Si has llegado hasta aquí imagino que es porque mi historia te ha llamado la atención o porque una situación similar te anima a leer la mía. Pues sí, todavía queda más. Mi primer brote fue eso, el primero.

El post-operatorio fue bastante difícil, ya que se sumaron varias cosas: tratar de asimilar que tenía una bolsa, había perdido 17 kg porque comer era un suplicio, se infectó la cicatriz y estuve cerca de dos meses con curas… psicológicamente aquello fue un gran palo. No conforme mi destino con todo eso, a pesar de que tenía un tratamiento que sí parecía controlar la enfermedad, en febrero de 2013 me vuelve a dar otro brote.

En este nuevo brote, anulan el tratamiento con el que había salido del hospital y me plantean la posibilidad, de que no sea colitis ulcerosa, sino la enfermedad de Crohn. ¡¿Otra cosita más?!, pensé.

Y me paré a analizar.

Gestionar el estrés

Mi bolsa fue la consecuencia de un brote de colitis ulcerosa (o Crohn, he ahí la duda médica en ese momento), brote que apareció tras pasar mi madre por un cáncer de mama. Como ya hemos comentado, la mayoría de enfermedades digestivas están ligadas al estrés. Y mis brotes no fueron menos.

Por tanto. Si mi bolsa es consecuencia del brote inicial y los dos brotes que he tenido fueron ocasionados por una mala gestión del estrés que afectó negativamente a mi intestino, ¿no sería muy útil que aprendiera a gestionar y canalizar el estrés?

Y si aprendo a gestionar el estrés, reduzco los brotes al mínimo y mi colon demuestra que es posible una vida tranquila… ¿podría quitarme la bolsa algún día y volver a unir colon y recto?

Preguntas lógicas, entendibles y totalmente justificadas con mis 23 años. Si hay algo que tenía claro era que no me iba a quedar de brazos cruzados regodeándome en mi «desdicha». Si esas preguntas tenían un NO por respuesta, quería que me lo dijeran todos los médicos. No me iba a conformar fácilmente.

Segundas, terceras y cuartas opiniones médicas

Mi familia, que me apoyó desde el primer momento, y yo decidimos pedir segundas, terceras y cuartas opiniones médicas. Esta vez por la sanidad privada, con todo el gasto que eso supone, que no importaba ni importa lo más mínimo. Hasta que me planté en Navarra  (no precisamente fui a Pamplona a ver los San Fermines…) y fui a una de las consultas de los mejores especialistas médicos digestivos del país. Aunque volví a escuchar lo que por ese entonces no dejaba de oír:

“Tu única solución es extirpar el intestino grueso”

Y aunque penséis que finalmente es lo que ha pasado, el ejercicio de lucha, de poner en duda y de búsqueda de alternativas a la solución que me daban me ha aportado un gran aprendizaje. Gracias a mi cabezonería he aprendido muchísimo y me he convertido en la persona que soy hoy, siempre con una sonrisa dispuesta a luchar por lo que creo.

Y el motivo lo merecía. Prefería tener una bolsa a quedarme con un órgano menos, porque además de las complicaciones quirúrgicas que suponía esa intervención, los efectos adversos podían ser peores. Bajo mi criterio en ese momento, era peor el remedio que la enfermedad.

Pero esas cuestiones que, todos comprenderéis, era lógico tener, no todos los médicos parecían entenderlas.

Disculpad médicos del mundo que una niña de 23 años a la que le han puesto en duda incluso si padece colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, quiera seguir investigando si todos los digestivos de este país tienen la misma opinión o, por el contrario, hay voces discordantes que dan otro tipo de alternativas menos agresivas. Y empecé a escuchar frases en boca de médicos como:

“No existe tratamiento que te haga efecto”

“La única solución es cortar por lo sano”

Y aquí vienen las que han ganado los primeros premios a «La Doctora con Más Tacto» y «Está claro que No por Vocación te atiendo»:

“Busca en Google que es el mejor médico del mundo si tienes dudas”

“No he cogido una regla para medir cuánto intestino te he quitado”

Encontrarte con personas así no es fácil… logran hacerte decaer y en muchos momentos incluso pierdes las ganas de luchar, pero GRACIAS FAMILIA Y GRACIAS AMIGOS Y AMIGAS, las fuerzas no solo fueron mías. 

Comida durante el ingreso - Rocío Piñero

Almuerzos y cenas con mi amiga Laura

habitación hospital - ingreso por colitis de Rocío Piñero

Detalles de familia y amigos para alegrarme los días durante mis ingresos

salidas del hospital - ingreso por colitis de Rocío Piñero

Paseos matutinos con mi hermano y compañero de batallas

Pero no penséis que todas las opiniones médicas fueron negativas… gracias a dos grandes profesionales, amiga más que cirujana y compañero de batallas, más que digestivo, hoy estamos encaminados hacia el final de tantas visitas al hospital. ¡Creo que los voy a echar hasta de menos! Verdaderos médicos por vocación que empatizaron conmigo, vivieron mi caso y sintieron mi dolor incluso. GRACIAS por hacerlo, el paso por el hospital es más fácil gracias a profesionales como vosotros.

La lucha continúa, sigue leyendo aquí para saber cómo sigue.

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